martes, 14 de agosto de 2012

Los apocalípticos y su semiosis infinita.

Son pocas las ocasiones en las me detengo a pensar en mis depresiones. No son depresiones de amor, esas cosas no tienen sentido. Sino la combinación de la furia, la alegría, el abatimiento y la confusión que no me dejan salir de la caverna para ver la luz y entender, de manera racional, que esto no debe generarme este estado anímico.

Así que, egoístamente, no descarto que hay gente de mentalidad obtusa, con el ángulo incorrecto, con una visión mercadológica anti-social (desencantada de las iniciativas para solucionar problemas sociales) o con un problema de sinapsis para entender, en sano juicio, que las iniciativas son claves para cambiar el mundo. ¿Por qué digo esto? Una vez vi una publicación de una bella imagen gráfica: trae pajaritos y árboles y un copy sencillo que decía: Si te gusta el canto de las aves, no nos encierre, siembra más árboles. Esto me hizo darme cuenta que toda la gente (sea esta apocalíptica, tal como la define Umberto Eco) debe pensar en un bien en común. 

Pensar, una palabra difícil de explicar, de enseñar y de llevarla a la práctica. Soy un maldito que cree que hay que enseñar a pensar a la gente. La cuestión es ¿cómo hacer?. Muchos se jactan que, por ser especialistas en sus campos de acción, son los únicos preparados para ejecutar iniciativas, pues la pobreza intelectual de la estandarización hace ver que el síndrome de déficit de atención nos afecta a todos por igual.

Supongo yo que son problemas de ego, pues ha de ser que su ego es más grande que el mundo que son (dicen ellos)  los integrados perfectos para hacer las cosas. Supongo que la gente descarada se levanta (peor si dice ser pedagogo) a generar pensamientos destructivos. 

No, no soy negativo. Tampoco pesimista, pero me pondré pseudointelectual para entender la mente caótica y salvaje de muchos apocalípticos ¿y por qué? Porque me eduqué con salesianos y los malditos me enseñaron a ceder, ver, oír y callar. Pero quiero ser irreverente y decir, con criterio, que hay pensamientos que son totalmente inadecuados. 

¿Con que fundamento digo esto? Lo digo porque no quiero que nademos ya contra la corriente. No remar, sino tener un maravilloso barco de vapor con un buen motor que permita progresar. 

¿Fue catarsis? No, simplemente es mi percepción de la realidad. Soy humano y respeto las opiniones de los demás. Pero eso sí, hay algo con lo que me gustaría cerrar esta entrada y es la síntesis de todo lo anterior,  Paolo Luers lo dijo en su carta publicada en EDH: "Tú me puedes criticar, contradecir, hacerme burla, lo que quieras. Nada de esto me ofende. Me ofenden la mentira, la difamación y la estupidez." Paolo Lüers

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